domingo, 21 de agosto de 2016

AUGURIOS OLIMPICOS (33/33)

La Clausura también en un Augurio (33/33)

En las gradas se vuelve más tranquilo,
Se derrite mejor tiempo de los milagros,
Adiós, nuestra dulce Misha,
Vuelve a tu bosque de cuento de hadas.

Durante la ceremonia de clausura de los Juegos de Moscú 80, un globo gigante de la mascota Misha apareció flotando en el estadio, sostenía un racimo de globos. La Unión Soviética, la poderosa nación, se despedía del mundo de una forma verdaderamente sentimental. A la entrada de su mascota le acompañaban las notas de la canción “Do Svidaniya, Moskava” (Adiós Moscú, en ruso), interpretada por Lev Leshchenko y Tatiana Antsiferovay, y en el gran mosaico central, se veía el rostro del tierno oso que derramaba un par de lágrimas de su ojo izquierdo. Misha con sus globos fue liberado, mientras seguía escuchándose esta nostálgica melodía, en el estadio no alcanzaban los pañuelos faciales (porque en la URSS no había Kleenex) para secarse las lágrimas. El gran globo del oso se elevó en el casi nocturno cielo de Moscú hasta que se perdió de la mirada de los asistentes y en la señal que se trasmitía por televisión. Fue un momento nostálgico, emotivo y entrañable en la ceremonia de clausura de Moscú 80, y logró que, aun con lo turbulentos que habían resultado estos juegos por el boicot del bloque occidental comandado por Estados Unidos, fueran y sean recordados con cariño.


Aunque parezca contradictorio la Ceremonia de clausura es el final y el principio, pues recordemos que la olimpiada es un ciclo (del latín cyclus), es ese periodo temporal que tiene una duración de 4 años, una olimpiada, y, una vez finalizada, vuelve a empezar. La Ceremonia de Clausura es el Augurio de la que está por comenzar. A partir de los Juegos de los Angeles en 1984, es en esta ceremonia que se le entrega la Bandera Olímpica de Amberes a la ciudad que recibirá la máxima justa deportiva y marca un punto de partida.

Durante los juegos Olímpicos, en la antigua Grecia, en el último día del evento, atletas, entrenadores y sacerdotes; participaban en una procesión que abría un día lleno de banquetes y sacrificios de animales, el toro era principal animal sacrificado. El motivo de esta ceremonia era para dar gracias a los dioses por sus éxitos, a Zeus, en particular. Su altar fue construido sobre las cenizas de los animales que anteriormente se habían sido sacrificados allí.

La tradición de un banquete para dar por concluidos los Juegos regresó en la era moderna, la mañana del domingo 12 de abril de 1896, el Rey Jorge de Grecia organizó un banquete para funcionarios y atletas. El acto oficial de clausura se llevó a cabo el miércoles siguiente, en el estadio olímpico, después de haber sido pospuesto desde el martes por el mal tiempo y la lluvia. Asistió la familia real a la ceremonia. Primero se ejecutó el himno nacional de Grecia. Siguió la entrega premios que el rey otorgó a los ganadores; a diferencia de la actualidad, los ganadores del primer lugar recibieron medalla de plata, una rama de olivo y un diploma, el segundo lugar recibió medallas de cobre, una rama de laurel y un diploma y el tercer lugar no recibió premio. A continuación, los medallistas dieron una vuelta de honor alrededor del estadio, y así nacía la vuelta olímpica moderna. Al finalizar los honores a los deportistas ganadores se entonó el himno Olímpico. La ceremonia concluyó cuando el rey anunció formalmente que la primera Olimpiada llegaba a su fin, y abandonó el estadio, mientras la banda tocaba el himno nacional griego y la multitud aplaudía.

En la actualidad, a diferencia de Ceremonia de Inauguración, la clausura no tiene que cumplir con el rigor de elementos del protocolo olímpico, muchos de los actos tienen más que ver con la aportación que haga cada ciudad sede.

Antes de los Juegos de Melbourne 1956, si bien, había una ceremonia de clausura, ningún equipo olímpico había marchado en este último evento. Durante aquella edición en “Terra Australis” un adolescente australiano, le hizo la propuesta el presidente del COI para cambiar la ceremonia de clausura, decía que era muy aburrida y si marchaban banderas y atletas juntos la haría más emocionante. La idea fue aceptada y a partir de aquel año es uno de los números más festivos de la clausura. Se hace sin orden, como muestra de paz y así, poder decir que el olimpismo es una sola nación. Los atletas ya no tienen presión, ya convivieron en la villa olímpica, algunos hasta novio o prometida encontraron, muchos regresaron días antes a su país, en fin, todo es felicidad en los deportistas. 

Posteriormente, fue en los juegos de Montreal que los números coreográficos aparecieron, y a partir de entonces se ha vuelto cada vez más espectacular la noche final.

Aunque es una ceremonia más informal, hay ciertos elementos que se repiten cada cuatro años. Primero, se hacen honores a las banderas de varios países; al país que despide la justa y olímpica, a Grecia como cuna del olimpismo y al país que recibirá los siguientes juegos, la bandera olímpica también es honrada. Se entonan los himnos correspondientes. Casi siempre se entrega la medalla de la competencia que cierra los juegos, la maratón, y se entona el himno del país ganador, siendo la ceremonia de premiación que más personas ve.

Hay dos actos que soy especialmente emotivos. El primero es el que se conoce como, la ceremonia de Amberes, se le llama así porque los elementos protocolarios y la bandera olímpica nacieron en los juegos de aquella ciudad belga en 1920. En este evento, el alcalde de la ciudad que organizó los Juegos transfiere una bandera olímpica al presidente del COI, que luego pasa al alcalde de la ciudad anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos. Entonces, el país anfitrión de los próximos juegos presenta algunos números artísticos. El otro acto de alta emotividad y nostalgia es la extinción del fuego olímpico que guió a los deportistas durante dos emotivas semanas a encender su fuego interior, apagado el fuego todos lloran, bueno casi todos los que son muy machotes no lloran.

El discurso final lo hace el presidente del Comité Olímpico Internacional convocando a los países y los atletas del mundo a reunirse en cuatro años. En los juegos olímpicos de México 68 entraron los mariachis y entonaron las golondrinas, solo falto el limón y el tequila para que el dolor fuera más intenso.

Así como el emotivo encendido del pebetero de Barcelona en 1992, ha sido difícil de superar, la entrañable despedida de Misha en 1980, no se ha podido desbancar. Aun cuando la clausura, por si misma es, de siempre un momento harto melancólico. Las emociones, victorias, derrotas, alegrías, frustraciones que compartimos con los atletas del mundo, dicen adiós. Se espera tanto estos quince días y pasan tan rápido, que parece como si no quisiéramos que llegará la ceremonia de clausura. Sabemos que en cuatro años el mundo se volverá a reunir, y regresará el fuego olímpico y el espectáculo del olimpismo volverá a encender y encendernos la llama; pero no por ello deja de hacernos derramar lágrimas y dejarnos una especie de vacío.

Hasta eso que el Misha fue muy valiente, pues solo derramó dos o tres lágrimas. En 2014, los rusos volvieron a hacer llorar, durante la clausura de los Juegos Olímpicos de Sochi, 34 años después volvió el hermano polar de Misha, le acompañaban como mascotas Leopardo y a la Liebre; el oso se acercó al fuego olímpico, dio un soplo helado y el fuego de Sochi se apagó, nuevamente el oso volvió a llorar y otra vez a llorar, “óigame no tanta lloradera no está bien”. 
Aquí la última estrofa de la canción de Misha y el video donde es apagado el fuego olímpico de Sochi 2014.
Los amigos se separan,
Pero la ternura permanecerá en su corazón,
Vamos a cuidar de esta canción,
Adiós,  es un hasta pronto.

FIN de los AUGURIOS OLÍMPICOS, hasta dentro cuatro años...



Στο επανιδείν!

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