lunes, 14 de noviembre de 2016

14 de Noviembre. San José Pignatelli (1737-1811)

¡Noviembre, “de Todos los Santos”!


"La pintura... persuade al corazón.", decía el propio Orozco. La vida de José Clemente Orozco es un cuento de tragedia, adversidad y logros sobresalientes. Nació en Ciudad Guzmán, Jalisco en 1883, fue criado en Zapotlán el Grande, una pequeña ciudad de la región suroccidental de Jalisco. Cuando todavía era un niño, los padres de Orozco se mudaron a la Ciudad de México con la esperanza de mejorar la vida de sus tres hijos. Su padre, Ireneo, era un hombre de negocios, y su madre, María Rosa, trabajaba como ama de casa y a veces cantaba para obtener ingresos extra. A pesar de los esfuerzos de sus padres, a menudo vivían al borde de la pobreza. La Revolución Mexicana se estaba calentando, y siendo un niño muy sensible, Orozco empezó a notar las muchas dificultades en la gente le rodeaba. Mientras caminaba a la escuela, fue testigo del dibujante mexicano José Guadalupe Posada trabajando en un escaparate abierto. Las pinturas políticamente comprometidas de Posada no sólo intrigaron a Orozco, sino que también despertaron su primera reflexión de como el arte podía utilizarse como una poderosa forma de expresión de los conflictos políticos.
Orozco fue uno de los tres grandes muralistas mexicanos durante el proyecto postrevolucionario; los otros dos son Diego Rivera y Siqueiros. En un principio cursó estudios de agronomía (1895-9), pero entre 1908 y 1914 estudió esporádicamente arte en la Academia de San Carlos de la Ciudad de México. Durante la revolución mexicana trabajó como caricaturista y propagandista político (1911-17).

A partir de 1923 pintó en edificios públicos grandes murales cuyo contenido teórico está tomado de sus experiencias en la revolución mexicana. Durante el período comprendido entre 1930 y 1934 estuvo en los Estados Unidos y en Europa. En su obra, Orozco realiza una crítica encarnizada de las luchas triviales en las cuales se sacrifica a las personas innecesariamente. Su empleo del color es sobrio y austero, sus formas suelen ser atormentadas y sus temas están tratados con una mezcla de comparación y de crítica social la cual carece de sentimentalismo.

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