jueves, 21 de septiembre de 2017

“Privilegios a ortodoxos” (Septiembre 21 de 1997)

“Resulta extraordinario que nuestro Señor nos enseñe a llamar a Dios no solo “Padre”, sino “Padre nuestro”, y no “Padre mío”. Así nos desvía de una relación egoísta con Dios". 

La fe ortodoxa comenzó a llegar a Rusia meridional alrededor del siglo IV. La expansión definitiva tuvo lugar en el siglo IX, cuando los pueblos bajo el mandato de Kiev iniciaron relaciones con Bizancio. Fue en el año 988 que Vladimiro I de Kiev, al contraer matrimonio con la hermana del emperador Basilio II, se bautizó y se adoptando oficialmente la confesión religiosa del Imperio bizantino, en 1988, la Iglesia ortodoxa rusa celebró su milenario.

La Unión Soviética fue un Estado ateísta desde 1928-1939, en que la religión se desanimó y en gran medida fue perseguida, y un Estado laico en 1945 hasta su disolución en 1991.

Borís Yeltsin, durante su mandato (1991-1999), en repetidas ocasiones se reunió con el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Alexei II, cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa; con el fin de restablecer relaciones y en su momento, volver a hacer del cristianismo ortodoxo un vínculo de identidad en la ahora población de la Federación Rusa.

Así, el 21 de septiembre de 1997 la Ley sobre la libertad de Conciencia y las Asociaciones Religiosas, permitió la libertad de cultos religiosos; entre lo establecido destacó lo siguiente: “No hay una religión estatal” pero se reconoce el papel preponderante de la Iglesia ortodoxa en la historia de Rusia, intentando que esta recuperara el protagonismo con el que contó anterior al establecimiento de la Unión Soviética en 1923".



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