domingo, 11 de febrero de 2018

Kazimir Malevich (11 de febrero de 1878)

“El éxtasis de la libertad no objetiva me empujó al “desierto” donde no existe otra realidad que la sensibilidad, y así, la sensibilidad se convirtió en el único sentido supremo de mi vida.”
-Kazimir Malevich-
Por Gabriel Macías Nito
El joven Kazimir siempre admiró los vívidos colores de la naturaleza: el brillante cielo azul brillante, los campos de centeno amarillo, los árboles verdes, pero fue una reunión accidental lo que dio forma a su vida futura.

Un día, el niño vio a un pintor pintando un techo, que “se estaba poniendo verde como árboles y el cielo”. Cuando el hombre terminó y se fue, Kazimir trepó al techo y comenzó a pintarlo. No fue un éxito, pero eso no lo molestó, ya que estaba muy contento de solo sentir el color y el pincel.

Malevich es junto a Kandisky y Mondrian uno de los más importantes teóricos y ferviente defensor del arte no figurativo como la forma suprema de la actividad creativa humana, Creó el manifiesto suprematista planteando que el valor supremo del arte está se encuentra en las sensaciones y la emoción y no en la figura.

Este gran artista de las vanguardias del siglo XX, nació el 11 de febrero de 1878 cerca de Kiev, capital de la entonces gobernación de Kiev del Imperio ruso, en una familia polaca. Pasó su infancia en plantaciones de betabeles llenos de color. Aunque su niñez la pasó lejos de los centros culturales y nada sabía sobre pintura o pintores, siempre estuvo impresionado por la belleza de los paisajes circundantes. Permanecieron en su memoria como “negativos que debían desarrollarse”.

Sus teorías suprematistas, elaboradas junto al poeta ruso Vladímir Maiakovski, empezaron a aparecer en revistas en 1915. En 1916 publicó el Manifiesto suprematista, en el que condenaba el arte representativo, considerándolo un robo a la naturaleza, afirmando que el artista debe construir sobre la base del peso, la velocidad y la dirección del movimiento.

Al final de la década de 1920 se publicaron sus ideas en Alemania editadas por la Bauhaus con el título Die gegenstandslose Welt (El mundo sin objeto). Durante esa década Maliévich participó en varias exposiciones, viajó por Alemania y Polonia y al final de la misma regresó a la URSS, donde cayó rápidamente en desgracia y comenzó a pintar retratos y paisajes claramente tradicionalistas, evocadores del realismo socialista imperante entonces en su país.

Murió en Leningrado (hoy San Petersburgo) el 15 de mayo de 1935. Pidió su cuerpo  fuera quemado y sus cenizas enviadas y enterradas en su amada Nemchinovka, en un campo cerca de la casa donde vivió su infancia. Su tumba esta decorada con un cubo blanco y negro con un cuadrado negro. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, la tumba se perdió. Por muchos años su nombre fue borrado como si nunca hubiera existido, hasta que en 1988 la Galería Tretyakov organizó la primera exposición de sus pinturas. Ese mismo año se colocó un letrero conmemorativo en el bosque cerca del campo de Nemchinovka.



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