sábado, 31 de marzo de 2018

Oscar para Moscú (31 de marzo de 1981)


“Dicen que el presidente norteamericano Ronald Reagan vio la película varias veces antes de reunirse con el presidente Mijail Gorbachov para comprender mejor la forma en la que vivía y sentía el pueblo soviético”.
Por Gabriel Macías Nito
La entrega número 53 de los Premios Oscar de la Academia reconociendo a las mejores producciones cinematográficas de 1980, se presentaron la noche del 31 de marzo de 1981. La ceremonia se realizó en el Pabellón Dorothy Chandler en Los Ángeles bajo la conducción de Johnny Carson, y es particularmente recordada porque debió posponerse un día debido al intento de asesinato del presidente Ronald Reagan.

Todas las apuestas daban como ganadora a la película “El hombre elefante”, pero, sorpresivamente “Gente como uno” (Ordinary people) resultó ganadora ante el asombro del mundo.

Pero también sorpresivo fue el triunfo a la película extranjera, representaba a la Unión Soviética, “Moscú no Cree en las Lágrimas”, sin duda aquella noche estuvo llena de sorpresas, ya que en los años más tensos de la Guerra fría, una película soviética era galardonada y reconocida en la meca del cine del gran enemigo, Estados Unidos.

“Moscú no cree en las lágrimas” (en ruso Москва Слезам Не Верит), Fue escrita por Valentín Chernyj y dirigida por Vladímir Menshov. Los protagonistas fueron representados por Vera Aléntova y Alekséi Batálov.

La trama nos ubica en Moscú, desde finales de la década de 1950 el apogeo de la administración de Jrushchov. Cuenta la historia de tres amigas; sus relaciones, esperanzas, frustraciones y éxitos desde la juventud hasta la madurez.

Para el mundo polarizado entre capitalistas y soviéticos de aquellos años, era recurrente presentar o destacar las bondades o maravillas de cada bloque, y la película llamó profundamente la atención al enfocarse en las relaciones interpersonales. Mostraba los problemas comunes y corrientes de la sociedad soviética tan desconocida por el mundo occidental. Tocaba de lleno temas como; el amor, los valores, las preocupaciones.

Comienza con casi  todos los clichés asociados con Rusia, ropa fuera de moda, mostrando la diferencia entre la vida en la capital y las zonas rurales. Sin embargo, conforme avanzaba la historia, se postraba una Unión soviética amable, sensible. Tocaba temas que representaban un tabú para la mujer soviética de aquellos días.  No ocurre nada particularmente dramático: matrimonios, divorcios, embarazos no deseados, madres que se involucran en los asuntos de otras personas.

Muchos de quienes vieron la película en aquellos días se reconocieron en aquellos personajes y en cierta forma, la película comenzó a cambiar los paradigmas que había sobre las personas y el mundo soviético. “Fue como abrir una ventana y ver el mundo soviético”.



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