sábado, 14 de abril de 2018

Un campeón de la vida (14 de abril de 1942)



“La primera vez que salté, me llené de una alegría inexpresable”
- Valery Brumel -
Por Gabriel Macías Nito
A los 12 años era un muchacho delgado, de piernas largas y sin valor. Ridiculizado por sus compañeros de clase, con los que incluso llegó a los golpes, en realidad él solo recibía los golpes. 


Un día, cuando llegó a su casa, se desvaneció deliberadamente frente a la puerta, tratando incluso de créelo para sí que aquel golpe le había roto la cara.

Sumido en el dolor adolescente, Valery encontró, la autoestima, la dignidad, la rabia, el odio, e incluso la vanidad. Fue esto lo que le dio la fuerza para comenzar a demostrar que era todo lo contrario a lo que sus compañeros, e incluso su familia pensaba de él.

Comenzó entonces a entrenar, fue a través de la gimnasia, donde se hizo físicamente fuerte, y por la que Valery llegó a la sección de atletismo, sus entrenadores tardaron en comprender el diamante sin pulir que estaba en sus manos. Finalmente, le reconocieron sus dotes atléticas y en 1959 ingresó en el Instituto de Jarkov de Educación Física. 

Tenía 17 años y para creer en sí mismo, antes de ir al Instituto, Valery golpeó a aquel chico de su escuela. Después de aquel evento, entendió que la venganza era banal y que no sería esa la razón para buscar la victoria.
Se trasladó al prestigiado Instituto de Educación física en Lviv, y encontró en el salto de altura su mejor habilidad, poco a poco fue añadiendo una docena de centímetros a su registro personal ante la atenta mirada de sus entrenadores. Muy pronto recibió una llamada a Moscú: le convocaban al campeonato invernal de la URSS donde realizó una destacada competencia.

Apenas comenzaba 1960, y el entrenador del equipo nacional de salto de altura de la URSS, incluyó a Valery Brumel como miembro del equipo nacional para los Juegos Olímpicos de 1960 en Roma, obtuvo la medalla de plata. Continuó compitiendo, estableció su primer récord mundial en enero de 1961.

En 1963 obtiene el título como mejor deportista del año en el mundo y en agosto de 1964, en la justa olímpica de Tokio subió a lo más alto del podio, obtuvo la medalla de oro marcando un record de altura, 2.18 metros. No es exagerado decir que, tras la victoria en tierras japonesas, solo Yuri Gagarin le hacía sombra en popularidad. Continuó dominando las pruebas de salto de altura hasta 1965, donde no perdió ninguna competición.

El 3 de octubre de 1965 la exitosa carrera deportiva de Valery truncó trágicamente al sufrir un brutal accidente de motocicleta que le produjo graves lesiones, destrozándole prácticamente una pierna la cual estuvieron a punto de amputarle. Tras el accidente tuvo que someterse a numerosas operaciones quirúrgicas, su vida estuvo en peligro y finalmente se recuperó, aunque nunca volvió a su nivel competitivo anterior. Pese a ello, siguió intentando volver a la cima, en 1970 saltó 2,06 m.

La historia de superación de aquel deportista soviético, le elevó a la categoría de mito del deporte, se convirtió en leyenda e ídolo de millones alrededor del mundo. Escribió numerosos libros sobre superación. El tres veces reconocido como el mejor atleta del planeta. “El niño de Ucrania” como le llamaban logró no solo establecer récords mundiales en seis ocasiones, ganar los Juegos Olímpicos, pero su victoria más importante fue superar todos los obstáculos que la vida puso ante él. Su espíritu de superación hace que Valery Brumel sea recordado como uno de los mejores ejemplos para el deporte y de amor a la vida.

Valeri Nikoláievich Brúmel nació el 14 de abril de 1942. Falleció el 26 de enero de 2003, a los 60 años de edad, víctima de una grave enfermedad, la cual vivió y soporto con dignidad. Está enterrado en el cementerio Novodévichi, el más famoso de la capital rusa, reservado a las más destacadas personalidades.


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